Los cristales son la primera línea de defensa de cualquier vehículo ante un intento de asalto. Aunque a menudo se confunden, los cristales blindados y los cristales antiasalto cumplen funciones distintas, y elegir mal puede significar invertir sin obtener la protección adecuada.

Los cristales antiasalto, en cambio, están diseñados para resistir golpes, objetos contundentes y herramientas utilizadas en asaltos urbanos. Su propósito es evitar la ruptura inmediata, impidiendo que el agresor ingrese. No sirven para detener proyectiles de armas de fuego. Utilizan laminados avanzados, materiales compuestos y policarbonatos flexibles.

Un cristal blindado es algo completamente diferente, está formado por capas de vidrio, polivinil butiral o poliuretano, policarbonato balístico y una capa antiesquirlas. Su función es detener proyectiles balísticos, dependiendo del nivel de blindaje será el calibre que pueden soportar. Elegir entre cristal balístico y película/laminado antiasalto no es una decisión técnica: es una decisión de vida, riesgo y consecuencia.

Conoce en la siguiente tabla sus características principales:

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Una pregunta lógica es: “¿Qué me conviene más… cristal blindado o película antiasalto?”

Y la respuesta correcta no es “lo más barato” ni “lo que todos instalan”.
La respuesta depende de cómo, dónde y cuándo realmente te expones al riesgo.

En esencia, la decisión depende de una pregunta muy simple:
¿Quieres evitar que entren al vehículo, o quieres también protegerte en caso de que se dispare un arma?

Si tu objetivo es únicamente evitar un cristalazo, la película funciona bien. Si tu objetivo es eliminar el riesgo de un disparo accidental o intencional, necesitas cristal balístico. No se trata de miedo ni de exageración; se trata de entender que en un asalto real nadie controla la situación: ni tú, ni el delincuente. Y cuando una pistola está a menos de medio metro de tu ventana, lo único que define la diferencia entre un susto y una tragedia es si el cristal puede detener un proyectil balístico o no.